La comprensión lectora es una habilidad esencial en el desarrollo académico de los alumnos. No se trata únicamente de leer palabras en voz alta o de entender el significado superficial de un texto, sino de profundizar en él, interpretarlo, conectar ideas y construir sentido. Dentro de las múltiples estrategias que fomentan esta capacidad, una destaca por su gran valor didáctico: la inferencia.
Inferir es, en esencia, leer entre líneas. Es esa habilidad que permite a los lectores deducir información que no aparece de forma explícita en el texto, basándose en las pistas que el autor ha dejado y en los conocimientos previos que el lector ya tiene. Por ejemplo, si en una historia un personaje sale a la calle con paraguas y botas, el lector puede inferir que está lloviendo, aunque el texto no lo diga directamente. Este tipo de razonamiento es clave para comprender realmente lo que se lee y desarrollar una lectura activa y crítica.
Los beneficios de trabajar inferencias son numerosos. En primer lugar, fomenta el pensamiento lógico y el razonamiento deductivo, ya que obliga al alumno a buscar sentido a partir de fragmentos incompletos o implícitos. En segundo lugar, enriquece la experiencia lectora al permitir que los alumnos se conviertan en participantes activos del proceso, construyendo significado en lugar de limitarse a recibirlo. Además, fortalece la capacidad de anticipar hechos, identificar intenciones y emociones de los personajes, y comprender estructuras narrativas más complejas.
Con esto en mente, he preparado un cuaderno recopilatorio de actividades centradas exclusivamente en el trabajo de inferencias, fruto del trabajo diario con esta estrategia en el aula. Este material reúne una variedad de textos breves, imágenes y situaciones planteadas especialmente para provocar en el alumnado esa reflexión implícita, ese pequeño salto mental que se necesita para llegar a una conclusión sin que nadie la haya dicho de forma directa.
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