El dictado permite a los estudiantes concentrarse en la escritura precisa de cada palabra. Al escuchar una palabra y luego escribirla, refuerzan las reglas ortográficas que se aplican a esa palabra, lo que facilita la memorización de la ortografía correcta. Además, durante el dictado, los estudiantes deben estar atentos tanto a los sonidos como a las letras que representan esos sonidos, lo que fomenta una mayor concentración en los detalles del lenguaje. Esta habilidad no solo es esencial para la ortografía, sino también para otros aspectos del aprendizaje.

El dictado es una oportunidad para que los estudiantes detecten errores ortográficos en su escritura. Revisar los dictados posteriormente, junto con el profesor o profesora, les permite aprender de sus errores y mejorar su autoconciencia sobre la ortografía. Con el tiempo, practicar la ortografía a través de dictados ayuda a que los estudiantes se sientan más seguros al escribir. Cuanto más dominan las reglas ortográficas, menos ansiedad tienen al escribir textos más largos y complejos.