Realizar evaluaciones finales al cierre del curso ofrece múltiples beneficios tanto para el alumnado como para el docente. En primer lugar, permite valorar de forma global e integradora los aprendizajes adquiridos a lo largo del año, identificando no solo los contenidos recordados, sino también las habilidades desarrolladas, como la capacidad de análisis, la aplicación del conocimiento y la resolución de problemas. Para el alumnado, representa una oportunidad de tomar conciencia de sus avances, reforzar la autoestima académica y ejercitar la organización de ideas y la gestión del tiempo. Para el docente, estas evaluaciones ofrecen una visión clara del progreso del grupo y de cada estudiante, ayudando a detectar fortalezas y áreas de mejora, lo que resulta especialmente útil para la toma de decisiones pedagógicas futuras.