Había una vez un hombre llamado Jesús que vivió hace muchos, muchos años en un lugar llamado Jerusalén. Jesús era muy especial, porque era un hombre muy bondadoso y amable con todos los que se encontraban con él.
En una semana muy especial llamada Semana Santa, Jesús hizo cosas maravillosas. En un día llamado Domingo de Ramos, Jesús montó un burrito para entrar en la ciudad de Jerusalén. Las personas se reunieron para verlo pasar y le dieron la bienvenida con hojas de palma y cantos alegres.
En los siguientes días, Jesús enseñó a la gente acerca de Dios y del amor que Él tiene por todos nosotros. Pero algunas personas no estaban felices con Jesús porque no querían escuchar lo que él decía. Un grupo de personas lo capturó y lo llevaron ante un juez malvado que lo condenó a morir en la cruz.
El viernes, Jesús fue crucificado en una colina llamada Gólgota. Muchas personas lloraron por él y lo extrañaron mucho. Pero el domingo siguiente, algo maravilloso sucedió. Jesús resucitó de entre los muertos y les demostró a todos que él era el Hijo de Dios.
De esta manera, Jesús nos enseñó a amarnos los unos a los otros y a ser bondadosos y amables con todos los que nos rodean. Y aunque ya no está con nosotros físicamente, siempre estará presente en nuestros corazones y en nuestras vidas.
Y así termina la historia de Jesús y la Semana Santa.
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FUENTE: https://www.grupo-sm.com/es
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